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El evangelio pobre de Yehoshuah de Nazerat (página 2)




Enviado por jjmgonzalez



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Bajo esa libertad espiritual practicada por el rabí de los pobres y por sus seguidores, muchos hombres y mujeres transformaron su visión religiosa en una práctica mística tan sencilla y personal, que acabaron convirtiendo sus casas en auténticas sinagogas de conocimiento espiritual en las que reunirse para hablar de las cosas de la vida, de la justicia y sobre todo de la fuerza que iban adquiriendo a medida que se alimentaban del Espíritu, ese algo interior que le movía y que algunos años después los apologistas griegos y romanos definieron como Chrestos ó Cristo.

En el transcurso de estos casi dos mil años de cristianismo organizado, las organizaciones religiosas tanto católica, como protestante, ortodoxa, etc., han depositado todo su empeño en divinizar al hombre que fue Yehoshuah de Nazerat. Empezando con un nacimiento virginal, continuando con los llamados milagros ó curaciones y acabando por describir una incomprensible resurrección física por encima del tránsito de la propia muerte, se ha llegado a crear tal absurda imagen del carpintero, que millones de seres humanos le han seguido a ciegas como si de un personaje fantástico se tratara, pero al mismo tiempo desconocido en cuanto a ser humano y sobre todo como portador de un mensaje sencillo de justicia predicado con el ejemplo.

Pero con la pretensión de humanizar a dicho personaje también se han descrito y describen multitud de versiones. Transformando sus atribuidos milagros en especializados conocimientos médicos y terapéuticos aplicados sobre la ceguera, epilepsias, enfermedades, locura o incluso la propia muerte, se presenta a un Yehoshuah de Nazerat médico, sanador, curandero, chamán, brujo, etc., dedicado a recorrer casas y lugares –sobre todo de Galilea– y ejerciendo sus pretendidos y amplios conocimientos sobre plantas, ungüentos, imposición de manos, oración mental, clarividencia, visionismo, etc, sobre las gentes. Esta última es una visión potenciada por la actual corriente Nueva Era que se abre paso en este llamado supermercado religioso-esotérico que va creciendo en adeptos con la entrada en el nuevo milenio.

Otras visiones de autores no tan pretenciosos, pero de igual carisma místico, interpretan estos pasajes visionando momentos de lecciones para el espíritu, dando, de esta manera, mínima importancia al físico. Bajo esta visión, el cojo se transforma en aquel al que le cuesta levantar su espíritu, el ciego en quien nada ve con claridad, el paralítico en quien no se mueve interiormente, el enfermo en aquel que sufre la dejadez y el abandono espiritual, o el mismo muerto en aquel que, estando vivo, vegeta inmóvil como las plantas, vencido por las cosas de la propia vida que le envuelve…; y así, sucesivamente.

Con todo esto podemos decir que la figura de Yehoshuah de Nazerat, ya sea en la defensa de su humanidad o en la de su divinidad, ha producido y produce cuantiosos beneficios literarios, tanto a las innumerables organizaciones religiosas como a los numerosos intelectuales que, formando o no parte de dichas organizaciones viven de la imagen del nazareno, hecho que tampoco vamos a discutir aquí pero que conviene tener en cuenta para no desviar la atención del contenido real que nos interesa del carpintero, su Evangelio Pobre ó Buena Noticia.

Un mensaje revolucionario

Se ha discutido mucho el mensaje de Yehoshuah de Nazerat tanto que, durante siglos las organizaciones llamadas cristianas, para defender las variadas interpretaciones realizadas sobre sus palabras, acabaron ocultando del conocimiento popular las verdades simples de su mensaje, enzarzándose en guerras santas y convirtiendo la historia universal en testiga del desgarro de innumerables pueblos a través de estos casi dos mil años, transformando de esta manera la vida de millones de obreros en todo el mundo que inmolados y esclavizados, fueron sacrificados construyendo templos, iglesias y catedrales.

En el transcurso de todos estos siglos de llamado cristianismo organizado, innumerables han sido los seres humanos que han dejado de opinar, pensar y vivir el evangelio pobre del carpintero, para ser obligados a aceptar los criterios que les dictan –hasta el día de hoy– las jerarquías religiosas, suplantando hábilmente con sus teologías, la claridad y sencillez de un mensaje revolucionario basado en elementales consejos y prácticas sobre la justicia, la paz, la bondad y el amor al prójimo.

Es evidente que este mensaje profundo y sencillo que el carpintero despertó no interesó ni interesa en la actualidad a los poderosos, y tanto el odio como la venganza se impusieron, condenando a la gente a vivir bajo el miedo a las estructuras jerárquicas, al poder de sus armas y a la tortura física y psicológica que supone vivir bajo las normas y las creencias religiosas, que, convertidas en el transcurso de los siglos en leyes, han mermando así la capacidad de vivencia espiritual de millones de seres humanos a través de la historia.

Letras para la confusión

La Torah, la Ley de los judaizantes ó interpretación de Antiguo Testamento que los teólogos, católicos, protestantes y ortodoxos han realizado de dichos textos, es la base en la que se fundamenta la teología, tanto del judaismo como del llamado cristianismo organizado.

Pero dentro de esta Ley, los eruditos e intelectuales religiosos mezclaron el amor y el odio, la paz y la guerra, la sabiduría y la ignorancia, etc., justificando de esta manera las más injustificables acciones de barbarie e injusticia humana; preceptos supuestamente inspirados por el Hacedor como de sagrados e interpretados por los sacerdotes bajo los intereses del momento convenido, con acciones y actitudes que en el mejor de los casos cualquier tribunal gubernamental condenaría como verdaderos crímenes de guerra.

Una muestra de ello lo encontramos en estos versículos extraídos de la Torah –versión hebrea de Ediciones S. Sigal – Buenos Aires 1961–, y que ilustran con toda la crudeza su contenido:

• "Ahora pues matad a todo varón entre los niños; matad también a toda mujer que haya conocido ayuntamiento de varón; pero a todas las niñas que no hayan conocido ayuntamiento de varón, las guardaréis vivas para vosotros". Números 31, 17.

• "Y conquistamos todas sus ciudades en esa ocasión y en cada una de ellas no dejamos que quedaran –vivos– los hombres, las mujeres y los niños". Deuteronomio 2, 34.

• "..no condesciendas con él, ni le escuches; tampoco le perdone tu ojo, ni le tengas piedad, ni le protejas; sino que irremisiblemente le matarás, tu mano será la primera que se levante contra él para hacerle morir, y la mano de todo el pueblo después;…". Deuteronomio 13, 9.

• "…entonces sacarás a las puertas (de tu ciudad) al tal hombre o a la tal mujer que hubiere hecho esta cosa mala, hombre o mujer, y los apedrearás para que mueran." Deuteronomio 17, 5.

• "En seguida los hombres de Isra-e-l, tornaron sobre los hijos de Binya-mí-n y los hirieron a filo de espada, así la gente de la ciudad, como las bestias, y todo lo que encontraron: también a todas las ciudades que encontraron les pegaron fuego". Jueces 20, 48.

• "Esto, pues, es lo que habéis de hacer: Destruiréis completamente a todo varón, y también a toda mujer que haya tenido conocimiento carnal de varón". Jueces 21, 11.

• "…y que cualquiera que no buscase al Señor, Dios de Isra-e-l, será condenado a muerte, grande o pequeño, hombre o mujer". 2 Crónicas 15, 13.

• "¡Sube contra la tierra de M-ra-tháyim (doble rebelión), sí, contra ella, y contra los habitantes de P-qo-d! (castigo). ¡Devasta y destruye completamente en pos de ellos! dice el Señor, haz conforme a todo cuanto te tengo mandado". Jeremías 50, 21.

• "¡Al anciano, al joven, y a la doncella, y a los niños, y a las mujeres, matadlos, hasta exterminarlos!. Mas no os lleguéis a ninguno en que esté la marca: ¡y comenzad desde Mi Santuario!". Ezequiel 9, 6.

• "Sho-m-ró-n será castigada, porque se ha rebelado contra su Dios: caerán a espada: sus párvulos serán estrellados, y sus preñadas rajadas". Oseas 14, 1.

Podríamos continuar leyendo hasta la saciedad como estas organizaciones religiosas han ido justificando Torah en mano lo injustificable, contradiciendo el "no matarás…" del propio Éxodo y el "amarás a tu prójimo…" del Levítico, con el odio y la muerte que reflejan gran parte de las llamadas Antiguas Escrituras, incluyendo la barbarie ocasionada en estos dos mil años de cristianismo organizado, todo por no respetar y practicar sencillamente un mensaje humanístico que el carpintero profeta Yehoshuah de Nazerat desveló.

Ya nadie duda del error que los sacerdotes y dirigentes religiosos cometieron y cometen bendiciendo los crímenes y atrocidades de la historia, tanto los relatados en los llamados libros sagrados como los actuales que azotan nuestro planeta, con el engaño de que "…Dios así lo ordena"; error inhumano que ha sumido consciente o inconscientemente en la vergüenza a millones de seres humanos que realmente quieren vivir en paz y ven luz en la práctica de las sencillas enseñanzas del rabí. Algo pues está fallando en el llamado cristianismo organizado.

Y es que el mensaje de Yehoshuah de Nazerat es tan sencillo y práctico que nos permite repasar los errores de la historia humana, llegando sin confusión a la conclusión de que el mensaje del nazareno jamás ha sido puesto en práctica, y mucho menos desde las cúpulas de dichas organizaciones religiosas que sin duda, de haber practicado y enseñado con el ejemplo el evangelio pobre de Yehoshuah de Nazerat, no hubieran organizado estructura jerárquica alguna ni pedido perdón después de todos estos siglos, por el genocidio humano ocasionado en el mundo a causa de sus guerras santas.

La jerarquía religiosa, un atentado contra la razón

La formación de una jerarquía religiosa, (como es el caso del protestantismo y sobre todo el catolicismo como heredero de las formas del judaismo) compuesta por papas, obispos, cardenales, ancianos, prelados, sacerdotes y en general, pastores a sueldo, es lo que ha permitido durante estos siglos, establecer las enormes diferencias sociales que han perdurado tristemente hasta la actualidad.

Gracias a la imposición religiosa de la jerarquía, los más poderosos han tenido un verdadero espejo donde mirarse y crear las múltiples diferencias sociales existentes en nuestras sociedades; ejemplos como los llamados títulos de nobleza (condes, duques, marqueses, reyes, etc.) son excusas para justificar la acumulación de riqueza en manos de unos pocos: oro, casas, palacios, tierras, obras de arte, armas, poder, etc.; todo esto a costa de dejar en la miseria a millones de seres humanos, sin importar siquiera la pertenencia a la misma confesión religiosa.

Toda esa práctica bestial de injusticia y explotación humana, producida por las diferencias sociales y cuya permisividad se alimenta dentro de los templos, sigue amparada por los dirigentes de los gobiernos que, a través de las actuales leyes permiten sustentar mundos tan dispares como el de ricos y pobres, explotados y explotadores, bajo el apelativo político de economía de mercado.

Querer hacer ver a los millones de obreros y pobres del mundo que esto es compatible con el cristianismo de Yehoshuah de Nazerat, es un engaño y una burla continua contra la razón, ya que nunca ha sido ni es posible encajar la prédica religiosa con el mensaje de Yehoshuah de Nazerat que significó puramente justicia social. La denuncia que el carpintero de Nazerat realizó sobre los abusos de los sacerdotes de Israel, hoy sigue patente hacia quienes dicen ser sus seguidores y fomentan la injusticia social dentro de sus templos dando bendiciones a los poderosos y resignación a los pobres y enviando a millones de bautizados a las guerras ocultando al poder político y eclesiástico su supuesta condición de cristianos. De esta manera en la actualidad continúan suplantándose las enseñanzas pacíficas de Yehoshuah de Nazerat, por el odio y desprecio absoluto hacia los pobres.

Basta con ver de que forma irracional son entregados a los ejércitos millones de bendecidos por la religión, sea cual sea esta, pobres tratados por los gobiernos como simple carne de cañón; bautizados que llenan cárceles y cuarteles, preparados a base de miseria y hambre para recibir órdenes, para luchar, robar, asesinar, mentir y engañar a su prójimo, al mismo tiempo que les hacen creer y rezar religiosamente y sin sentido a un obrero que, siendo pacífico, fue víctima de la barbarie, la violencia y la intolerancia del poder político y religioso de su tiempo.

Es más que evidente que después de casi dos mil años de cristianismo organizado, se desconoce el verdadero y único mensaje del carpintero, el evangelio pobre de Yehoshuah de Nazerat, por la única, pero sobrada razón de que al ser humano sólo se le ha enseñado a cumplir normas religiosas, ritos, dogmas, creencias, etc., pero no a vivir el anarquismo espiritual que vivió el carpintero a través de la práctica de la libertad de espíritu, tanto a nivel individual como colectivo.

Lo que a continuación se expresa no es para ir en contra de nadie ni para contradecir las creencias y formas de práctica religiosa dentro de estas organizaciones; es evidente que muchos seres humanos viven de manera sencilla y sin fanatismos el cristianismo predicado por sus dirigentes, sobrepasando de esta manera a las propias teologías desde la sencilla óptica del amor al prójimo.

Así pues la aceptación de las distintas creencias religiosas como la virginidad de María, la resurrección física de Yehoshuah, la divinidad del carpintero, si anduvo por Cafarnaum, Egipto o la India, si se resucitó a si mismo ó a otras personas, si tuvo hermanos o fueron primos, si la Biblia es la palabra de Dios, la trinidad, etc., son opciones teológicas que quien las acepte tiene todo el derecho a practicar y creer.

Por otro lado, si los sacerdotes de dichas organizaciones llamadas cristianas (católica, ortodoxa y protestante), hombres de estudio, intelectuales, teólogos especializados en historia, en derecho, en economía, en ciencia, etc., se acogen a la llamada libertad de expresión para predicar cosas sobre la vida del carpintero, sin duda este mismo derecho es el que tenemos nosotros los pobres para hablar de nuestro amigo y compañero, el obrero carpintero Yehoshuah de Nazerat, sobre todo de su desconocido y poco practicado mensaje espiritual.

He aquí pues nuestro propio evangelio pobre, aquel que despojado de toda la parafernalia escrita sobre la vida del nazareno, hemos realizado sobre sus enseñanzas sin pretender reescribir su historia humana, pero sí profundizando en las lecciones de sencillez y fuerza espiritual que han llegado hasta la actualidad; un acto de justicia hacia el rabí de los pobres, por practicar, defender y enseñar desde la pobreza la única religión universal, la bondad humana, algo que con el paso de los siglos pocas familias han podido conservar en la memoria colectiva de espaldas a las persecuciones religiosas y políticas y sus intereses.

Sabiendo la importancia que tiene dicho mensaje a nivel mundial, y siendo este el único misterio escondido por las organizaciones religiosas a todos sus adeptos, hemos buscado la raíz del mensaje inédito y desconocido de Yehoshuah de Nazerat y lo hemos encontrado en Mallorca a través del recuerdo, todavía vivo, de uno los descendientes judeo-cristianos que llegaron a Mallorca poco tiempo después del cruel e injusto asesinato del carpintero.

Cayetano Martí Valls

Nacido en la población mallorquina de Inca, Cayetano Martí Valls es chueta (nombre dado por la inquisición católica a los descendientes de judíos conversos de Mallorca (España). Yesero jubilado de 83 años, es conocido por muchas familias obreras de la isla y de numerosas partes de España y extranjero, por la prédica, desde su púlpito casero y familiar del cristianismo de sus antepasados, los primeros israelitas llegados tras el éxodo judío a Mallorca poco tiempo después de la muerte del rabí Yehoshuah de Nazerat, y sobre todo, de su mensaje o evangelio conservado en la isla a través de las pocas familias, entre ellas la suya, que conservaron la llamada sinagoga o iglesia pobre que vivieron y predicaron sus antepasados.

A él hemos acudido sin concesiones ni vergüenzas, despojados de cuantas creencias religiosas hemos adquirido en el transcurso de nuestra infancia; con la simpleza de quienes tratan de comprender y avanzar en el camino espiritual de la vida, y con el objetivo de aprehender las lecciones sencillas de justicia, humildad, paz y amor al prójimo que el obrero carpintero Yehoshuah de Nazerat transmitió como herencia a todo ser humano que le escuchó, dejando de esta manera constancia en la actualidad.

Sin duda a todos, incluyendo a nuestro amigo el yesero chueta, nos gustaría y emocionaría recordar, –incluso con un cierto aire romántico– aquellas imágenes del rabí de los pobres trabajando de carpintero, pescando, haciendo de pastor o ayudando humildemente a cualquier pobre mujer o anciano de su pueblo Nazerat a cargar leña para hacer la comida y calentarse en las oscuras y frías noches de invierno; así como hablando de sus ideas de justicia y libertad espiritual por los caminos, calles, plazas y predicando desde su propio hogar a cuantos acudían a pedirle consejo.

También nos gustaría conocer cuales fueron los lugares exactos donde ocurrieron aquellos acontecimientos y como se desarrollaron; pero este sentimiento romántico no desmerece que, razonando, veamos con realismo que las palabras de un carpintero y sus enseñanzas debieron afectar tan sólo a la gente pobre que le conoció, siendo ignorado y abandonado por muchos que no vieron más cosa en él que a un pobre chapucero de la madera con ideas absurdas de amor, de paz y de una extraña justicia humana imposible de aplicar en aquella comunidad israelita dominada por los intereses religiosos del rabinato judío y del imperio romano ya en decadencia.

Agnosticismo justificado

A causa del oscurantismo y la mitología fabricada por las organizaciones religiosas durante siglos con la imagen del carpintero, se ha de aceptar con justicia el criterio de personas que han llevado hasta la duda la propia existencia del nazareno, llegando a considerar su vida humana una farándula construida por historiadores apologéticos –tanto griegos como romanos–, los llamados padres de la iglesia católica; y razón no les falta. Sin embargo conviene escudriñar bien la historia para saber por qué millones de seres humanos han llegado a confundir el sencillo movimiento espiritual de jornaleros, siervos y esclavos encabezado por Yehoshuah, con las posteriores y extrañas organizaciones religiosas llamadas cristianas.

La idea de liberación espiritual que practicó y predicó en vida el obrero carpintero Yehoshuah de Nazerat junto con sus amigos, al ser aplicable a todo ser humano, cuestionó y puso en duda la hegemonía sacerdotal, su poder sobre las gentes y sobre la clase política del momento.

Sin embargo y en el transcurso de los posteriores siglos al asesinato de Yehoshuah de Nazerat, y antes de que Constantino rompiera la sencillez de aquel primer grupo de jornaleros y esclavos israelitas seguidores del rabí, imponiendo con el Edicto de Milán una forma religiosa llamada catolicismo, los llamados padres de la Iglesia católica fueron organizando pequeños grupos supuestamente cristianos, aunque ya dirigidos por hombres de riqueza y rango como Calixto (217 d.C.), "…liberto y banquero acaudalado" (como así lo describe el propio Vaticano de Roma), hecho que ayudó a asentar las bases de la futura organización religiosa del Vaticano siendo fortalecida en posteriores concilios, sobre todo los de Nicea y Trento a pesar de las críticas de filósofos como Celso y Tertuliano o de apologistas simpatizantes de la idea nazarena como Cipriano que, en su De Lapsis, cap. 6, criticara el hecho diciendo: –"Los obispos, se han convertido en mayordomos de los emperadores".

Para justificar la jerarquía que se estaba formando en aquellos momentos, se asentaron las bases de una doctrina religiosa que se impondría durante siglos a los pobres como cátedra.

–"Más yo también te digo que eres pedro (piedra), y sobre esta piedra edificaré mi sinagoga" –no iglesia–, hacen decir a Yehoshuah los primeros teólogos de Roma; de esta manera la fé de un ser humano llamado Simón, –al que más tarde Yehoshuah lo definiera, según dicen los evangelios canónicos como "piedra de escándalo"–, fue convertida religiosamente en el bastión de la futura organización llamada catolicismo.

Pero ni bíblicamente, ni de ninguna otra forma histórica se tiene constancia de que el judío Simón pisara Roma, llegando a la idea absurda de vincular como dirigente a un pobre, ignorante y rudo pescador de Galilea con los papas y organización del Vaticano. Sin embargo, y a pesar de este hecho, en 1870 el catolicismo, por arte de magia, sacó a la luz 12 nombres de posibles antecesores que dieron infabilidad divina a un simbólico personaje papal, al que en nada se le puede vincular ni en origen semita, ni en posición social, al rudo pescador de Cafarnaum.

Lino, Anacleto, Clemente I, Evaristo, Alejandro I, Sixto I, Telesforo, Higinio, Pio I, Aniceto, Sotero y Eleuterio fueron los nombres utilizados para divinizar al jefe de la organización religiosa del catolicismo. (Hist. de los Papas. Agustino Saba, Obispo de Nicotea y Tropea. 1963).

La curiosidad de este hecho residió en que ninguno de estos personajes podía vincularse al ya despreciable origen israelita, curiosidad que evidenciaría siglos después la gran manipulación teológica realizada sobre el carpintero y sobre la historia universal del pueblo judío que, a pesar de los esfuerzos teológicos, no pudo separar de la memoria colectiva de sus descendientes la imagen israelita de Yehoshuah de Nazerat junto a las tradiciones, fiestas y costumbres de su tiempo.

Pero fue a partir de Constantino cuando estado y religión fueron eliminando de su camino todo mensaje que sonara a libertad espiritual, y se empezó a perseguir a los israelitas, sabiendo que aquel mensaje revolucionario no era más que el germen espiritual de Yehoshuah que, unido a la forma de vida comunitaria de nuestros antepasados judíos, estaba a punto de convertirse en un estallido de cambios sociales y personales imposibles de controlar.

Muchas de aquellas familias israelitas convivieron en respeto, unos conservando las costumbres de Moisés, otros el recuerdo de las sencillas enseñanzas del carpintero, pero todos unidos bajo el concepto "familia" y protegiéndose en lo posible de aquel extraño poder religioso que se estaba formando en el nombre del pobre judío galileo.

Es evidente que los intereses económicos, políticos y religiosos de todas las organizaciones llamadas cristianas, han estado ocultando información histórica a sus adeptos, o tal vez siendo ignorantes de estos hechos desconozcan que las pocas cartas que pudieron escribirse aquella pobre gente –hoy llamados evangelios– fueron arregladas y en gran parte inventadas en los posteriores y famosos concilios del catolicismo de Roma.

Lo que sí es evidente es el mar de contradicciones en el que están sumidas las teologías y la confusión a la que han llevado a millones de adeptos con tal de poner en boca de Yehoshuah de Nazerat multitud de ideas, palabras y sentencias más propias de un sacerdote católico, protestante o judío, que de un obrero nazareno, que vivió la represión en una época tan crítica como fue la dominación romana; contradicciones tan evidentes que ni hasta los ciegos se atreverían negar.

Y como botón de muestra puede ser este sencillo estudio realizado sobre los evangelios escritos, en el que el autor, Cayetano Martí, nos facilita un preludio de este tipo de información.

AS

Contradicciones del llamado Nuevo Testamento

• "Se llevaron a Yehoshuah recién nacido a Egipto". Mateo 2, 13-15. "No se lo llevaron a Egipto, sino a Jerusalem". Lucas 2, 21-24.

• "De David a Yehoshuah hay 20 generaciones". Mateo 1, 17. "No hay 20, sino 43 generaciones".

Lucas 3, 23.

• "No hay que emplear armas". Mateo 26, 51-52. "Sí hay que emplear armas". Lucas 22, 36.

• "Yokanaán el purificador sabía que Yehoshuah era el Mesías". Mateo 3, 16-17. "No sabía que era el Mesías". Mateo 6, 3.

• "Yehoshuah fue tentado una vez". Mateo 4, 1-7. "Fue tentado durante 40 días". Lucas 4, 1-8.

• "Al resucitar, Yehoshuah no quiso que le tocasen". Juan 20, 17. "Sí quiso que le tocasen". Mateo 28, 9.

• "Yehoshuah fue embalsamado". Juan 19, 39-40. "No fue embalsamado". Marcos 16, 1-2; Lucas 24, 1.

• "Cuando fueron al sepulcro, aún estaba oscuro". Juan 20, 1. "No estaba oscuro; aún había sol".

Marcos 24, 2.

• "No sabían que Yehoshuah debía resucitar". Juan 20, 9. "Sí lo sabían". Mateo 26, 32; Marcos 14, 28; Lucas 24, 6-7.

• "Había un ángel afuera". Mateo 28, 1-7. "Había un ángel adentro". Marcos 16, 1-6. "Había dos ángeles adentro". Lucas 24, 1-9. "No había ángeles, ni afuera, ni adentro". Juan 20, 1-10.

• "Subió al cielo estando dentro de la casa". Marcos 26, 14-19. "Subió al cielo en el campo raso". Lucas 24, 50-51.

• "Los dos ladrones insultaban a Yehoshuah en la cruz". Mateo 27, 44; Lucas 23, 32. "Era un solo ladrón el que lo insultaba". Lucas 23, 39.

• "Pedro tenía espada y la usó delante de Yehoshuah". Juan 18, 10. "No fue Pedro, fue otro".

Marcos 24, 47.

• "Cristo resucitó primero". Hechos 26, 23; I Coríntios 15, 20. "Cristo no resucitó el primero". Mateo 27, 52-53.

• "Juan el Bautista era Elías". Mateo 11, 14. "No, no era Elías". Juan 1, 21.

• "Para salvarse hay que estar en la organización de Cristo". Mateo 12, 30. "No, no importa". Marcos 9, 38-40.

• "El siervo está con Cristo". Mateo 25, 23. "No, el siervo no, sino el amigo". Juan 15, 13-15.

• "Cristo es el Salvador". Lucas 2, 11. "No, Cristo no, sino Dios". Lucas 1, 47; Judas 1, 25.

• "Que la mujer se calle y no enseñe". I Coríntios 14, 34-35; I Timoteo 2, 9-13. "Que la mujer enseñe y no se calle". Hechos 2, 16-18.

• "No hay infierno con tormento". Hechos 2, 31-32. "Sí lo hay". Mateo 25,41; Lucas 16, 24.

• "Hay trinidad". Juan 1, 1; Juan 10, 30; I Juan 1, 2. "No, no hay trinidad". Lucas 22, 42; Juan 14, 28.

• "No hay que llamar padre espiritual a nadie". Mateo 23, 9. "Sí, hay que llamar padre espiritual".

I Coríntios 4, 14-15.

• "Yehoshuah debía estar en el sepulcro 3 días y 3 noches". Mateo 12, 40. "No, no llegan a 3 días y 3 noches". Marcos 14; Juan 19, 31.

• "José es de la casa de David". Mateo 1, 1-17; Lucas 3, 23-38; Lucas 2, 1-7. "Pablo, en Romanos 1, 3, dice que Yehoshuah proviene de la casa de David por la carne, pero Lucas 1, 26-35, dice de él que nació por obra del Espíritu Santo; siendo así, ¿en qué parte de la Biblia se dice que María desciende de la casa del rey David para poder dar descendencia davídica al carpintero?".

• Yehoshuah se aparece, una vez muerto, a sus discípulos cuando pescaban y comió con ellos; luego preguntando a Simón le dice: –Simón hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?. Y el pescador le respondió: –Si, Señor, tú sabes que te amo. Entonces el rabí le dijo: –Pastorea mis ovejas. Juan 21, 15.

Según el catolicismo, Yehoshuah da potestad a Simón por encima de los demás apóstoles a los que tacha de simples ovejas y sin tener en cuenta el golpe de vanidad y orgullo que supondría a Simón responder a dicha pregunta.

Si tenemos en cuenta que Yehoshuah decía: –Yo soy el Buen Pastor, y el Buen Pastor su vida da por las ovejas, más el asalariado cuando ve venir al lobo, huye–, el pescador galileo tenía que haber contestado al carpintero: –Rabí, creo que has bebido más de lo normal, ¿no has dicho siempre que el Espíritu, el Cristo es el único y verdadero pastor y que los asalariados al final huyen al ver al lobo?, ¿por qué pues me pones como asalariado tuyo?.

Pero suponiendo que fuere así como dice el catolicismo, sólo podría comprenderse el que Yehoshuah pidiera a Simón dicha responsabilidad, si tuviera al pescador como a un buen amigo y no como a un asalariado. Cabe preguntar al Vaticano y a su cabeza visible que dice ser el sucesor del pescador, ¿por qué ellos sí que son asalariados y además de un estado político-religioso como es el Vaticano de Roma?.

Pero estos son unos pocos de los muchos versículos del Nuevo Testamento que se contradicen, ahora bien, ¿cual és la verdad?, ¿dónde se encuentra la razón?, ¿qué versión es la inspirada por Dios?.

La visión agnóstica que mucha gente tiene de Yehoshuah, sin duda es justificada en tanto en cuanto se refiere a la imagen que la religión organizada ha difundido sobre este hombre pobre, por lo que podríamos asegurar que el agnosticismo actual proviene del propio ateísmo que expresan con su cerradez, las propias organizaciones religiosas y sus jerarquías.

Durante dos mil años se ha negado que la base del cristianismo se fundamentara en la toma de conciencia de los pobres (cuyo ejemplo fue el carpintero), en una exhortación a la experiencia espiritual individual y sobre todo, a despertar el más acérrimo sentimiento de justicia inherente en todo ser humano, valores naturales que siempre han atentado y atentan contra los intereses de todas las jerarquías religiosas del mundo, ya sea en época de Yehoshuah de Nazerat como en la actualidad.

Esta posición agnóstica, (fundamentada más en la oposición a la religión que a la existencia de un Creador de todas las cosas), nos hace pensar que es urgentemente necesario alejarse de cualquier vinculación o sentido religioso que se aplique al carpintero, porque sin duda también su imagen, manipulada y exagerada por las diferentes teologías, representa todo lo contrario a lo predicado por sus sacerdotes.

Es un punto importantísimo de reflexión que debemos hacer todos los que de una manera u otra nos sentimos atraídos libremente y sin estructuras organizativas, a este personaje espiritual de la historia.

Reflexión ante la mitología

El profeta forma parte de la cultura israelita y ésta ha conservado a través de su historia, una especial forma de transmitir su filosofía a través de estos personajes. Sin embargo muchos de estos profetas han sido creados como personajes mitológicos para explicar un tipo de enseñanza concreta. Ejemplos como el de Jonás, Job, ó inclusive de personajes como el de Sansón, sirven de referencia para describir acontecimientos o sentimientos del pueblo hebreo en distintas etapas de su historia.

Para quienes simpatizamos con las enseñanzas del rabí de los pobres, aún sin pertenecer a religión organizada alguna, debemos comprender que lo importante de Yehoshuah de Nazerat no es su historia humana o divina, sus hazañas milagrosas o curanderas, si viajó o no por todos los lugares a los que lo sitúan; si fue clavado en una cruz o empalado rozando casi los 50 años, o sobreviviendo a la muerte y acabando sus días viviendo de incógnito en algún lejano país, etc. etc.

Comprender el estado mitológico a que ha sido reducido Yehoshuah de Nazerat con la prédica religiosa es importante, si pretendemos aprender de su enseñanza libremente, sin intermediarios ni interpretaciones teológicas; unas enseñanzas y vivencias que, quieran o no quieran las organizaciones religiosas, se han convertido en la base filosófica de nuestra llamada cultura, y su puesta en práctica en la única alternativa posible para combatir pacífica pero revolucionariamente la voracidad de los sistemas políticos, militares y religiosos, que a través de la historia han convertido la vida humana en un acto de supervivencia animal.

Y al tercer día resucitó

De todo cuanto se dice que vivió el obrero carpintero Yehoshuah de Nazerat, es curioso que se recuerde y se escenifique con más insistencia y con todo lujo de detalles, lo concerniente a su muerte y a la llamada resurrección de su físico. Recordando ciertos sentimientos y creencias del pueblo hebreo, –del cual el carpintero formaba parte– y para aclarar según qué expresiones de condenación y castigo colocadas durante siglos en su boca, descubrimos que en la cultura semita el hecho de la muerte y la comprensión de una posible vida después de este natural acontecimiento, conforman un ideario amplio de aceptación de la llamada reencarnación ó transmigración de las almas, ideas que han acompañado al pueblo judío hasta nuestros días, siendo los profetas las herramientas que han mantenido viva en la memoria de muchos descendientes esta trascendental visión sobre la vida humana, sentimientos que ha perdurado en algunas familias a través de la llamada tradición oral de padres a hijos.

Pero se dice que con la llegada de Yehoshuah de Nazerat, el profetismo cambió radicalmente y el concepto reencarnacionista acabó desapareciendo de la tradición; sin embargo, algunos años después de la muerte del carpintero, pocas cosas fueron las que quedaron intactas en Israel por causa del decadente imperio romano, sobre todo una vez iniciado el anárquico éxodo del pueblo judío. Sin embargo la idea de la transmigración de las almas continuó acompañando a las pocas familias israelitas que todavía hoy recuerdan con claridad las palabras y enseñanzas del rabí de los pobres.

A pesar de la claridad con que se descubre la idea reencarnacionista en el mensaje de Yehoshuah de Nazerat, la religiones llamadas cristianas impusieron la creencia de la resurrección de su físico de tal manera, que ha llegado a olvidarse esa parte profética implícita en la herencia del mensaje del carpintero. De una manera u otra, el recuerdo del nazareno ha perdurado y sus palabras vuelven a recobrar en estos momentos los tintes proféticos de denuncia social que tuvieron en su momento.

Si el catolicismo y el protestantismo defienden la creencia de que Yehoshuah, una vez muerto, al tercer día resucitó, tienen todo el derecho de interpretar como quieran estos pasajes evangélicos. Nosotros, las familias obreras que formamos la Iglesia Pobre en la isla de Mallorca (España), vemos con claridad que, después de dos mil años de haber ocultado intencionadamente o por ignorancia el mensaje de Yehoshuah de Nazerat, (no olvidemos que, como dice la Torah simbólicamente:"…un día para Dios, son mil años y mil años para Dios es un día…"), con la entrada en este tercer milenio (…y al tercer día resucitó…), dicho mensaje vuelve a la luz con toda la simpleza, naturalidad y justicia de como lo vivió y predicó el rabí, aclarando de una vez por todas el oscurantismo religioso vivido hasta el momento.

Nada pues de la resurrección física de Yehoshuah, sino de un renacer del espíritu de justicia y paz que el mismo vivió (…"os es necesario volver a nacer…"), y por el cual el pobre carpintero de Galilea fue torturado y muerto ante los ojos incrédulos de sus familiares, de su madre María, su mujer María de Magdalá, de sus dos hijos entre ellos Juan, de sus hermanos y de los pocos amigos obreros que, habiéndole entendido, no le abandonaron en ese injusto acontecimiento, sino que además, una vez muerto le rememoraron durante el resto de sus días, practicando lo que el carpintero les enseñó en vida, o sea, trabajar para comer y predicar con el ejemplo algo muy sencillo, la bondad, sin misterios ni concesiones hacia ninguna forma religiosa o política, vivencia por la cual muchos acabaron pagando un alto precio con la vida.

El mensaje de Yehoshuah de Nazerat nunca ha sido un dogma a seguir, sino una forma sencilla de vivir en justicia y en paz, ideas imitadas inequívocamente por movimientos sociales habidos en nuestro planeta (socialismo, comunismo, etc.) y que están siendo hoy absorbidos por la violencia del capitalismo salvaje y su voraz hambre de egoísmo y ambición.

Finalizamos esta presentación agradeciéndonos a nosotros mismos el habernos otorgado la libertad suficiente para lanzar nuestro propio grito profético de justicia y libertad ante el mundo, y esperamos con este libro poder reflejar con el máximo respeto hacia todos, lo poco o mucho que todavía nos queda por aprender de las lecciones sencillas pero profundas de un obrero como nosotros como lo fue Yehoshuah de Nazerat, aclaradas en la actualidad después de casi 2.000 años por otro obrero como él, llamado Cayetano Martí Valls, descendiente directo de aquellos israelitas cristianos que vieron, escucharon y vivieron aquellas maravillosas y profundas enseñanzas a las que hemos sintetizado en este libro, bajo el título de El Evangelio Pobre de Yehoshuah de Nazerat.

El traductor de Bourc

Dicen las profecías de Juan de Letrán (Juan XXIII) sobre el futuro de la esperada iglesia del apóstol Juan:

"…de una pequeña isla del Mediterráneo, brotará el grito del nuevo caballero; suena la voz del que ama al mundo y habla por los débiles; gritará en su corazón y hablará con dulzura y los jóvenes le creerán; dieciséis te contarán; por él se impondrá en el mundo un nuevo orden de cosas; será un momento de renacimiento; caminará entre gentes divididas, decididas a despojar al Redentor de su túnica…" Y el renombrado médico y astrólogo francés Michael de Notrê-Dame, más conocido como Nostradamus, en sus famosas cuartetas del siglo XVI, anuncia la aparición del Profeta de la Era de Acuario de esta manera:

"Los primeros profetas casi nunca son escuchados. En la casa del traductor de Bourc, serán las cartas encontradas sobre la mesa; tuerto, pelirrojo, blanco, canoso, aguantará el curso que cambiará el nuevo Condestable. Del gran profeta las cartas serán hurtadas…".

Y Juan XIII continúa diciendo:

"Se abrirán las urnas en las criptas de debajo del tesoro y se descubrirán los pasos del primer hombre. Esperad el signo de Juan" De la isla del Mediterráneo… Al leer estos textos, automáticamente nos viene a la memoria la imagen del personaje bíblico por excelencia, el llamado profeta, aquel que, por su apariencia y simpleza apenas es escuchado, pero que todo el mundo conoce y respeta, por si las moscas. Pero la vida de un profeta, –ajena en su esencia a los atributos de la historia–, siempre ha sido y es en la actualidad, el punto de referencia para todos aquellos hombres y mujeres cuya búsqueda interior se alimenta de una cierta ruptura con las normas establecidas por las instituciones, sobre todo de los estamentos religiosos.

Pero el hecho repetitivo y constante en la historia, de que los profetas hayan sido siempre y en la actualidad, hombres y mujeres espiritualmente revolucionarios, hasta el punto de transformarse en auténticos traductores de la vida humana, (y en esencia espiritual), de que hayan sido trasgresores de las leyes y costumbres de su tiempo, y además portavoces de acontecimientos futuros, no ha congeniado mucho con los intereses políticos de las organizaciones religiosas, los cuales siempre han tratado de empequeñecer, tanto la trascendencia y sencillez del hecho profético, como a la persona y lugar en donde ha acontecido dicha revolución espiritual.

"¿No es este el carpintero…?", "¿Y qué puede salir de bueno de Nazerat…?", son algunas de las descalificaciones religiosas dirigidas hace 2000 años al personaje de Yehoshuah, un humilde jornalero israelita, el profeta y traductor de la vida espiritual de una aldea sencilla llamada Nazerat, en la dividida Palestina invadida por Roma. Pero estas descalificaciones, sufridas en el transcurso de su vida, y que se produjeron por atreverse a traducir el mensaje de los antiguos profetas, con el único fin de hacerlos comprensibles a la gente del vulgo, a los pobres de los cuales el formaba parte, fué un ejemplo que se repitió a lo largo de estos siglos de cristianismo organizado, en otras aldeas humildes, en pequeñas poblaciones ajenas a las grandes metrópolis, y en otros seres humanos que, sin más renombre que el de sus oficios y con el recuerdo de este hombre libre, se convirtieron también ellos en traductores del Espíritu, orientando una y otra vez la conciencia, hacia la libertad espiritual.

Para los pobres, el hecho profetico que se descubre ante nosotros, es algo natural y basicamente elemental y necesario, cosa que escritores y místicos esotéricos como el mismo Nostradamus, trataron de constatar literariamente, sin entender del todo este acontecimiento. Bajo el seudónimo esotérico de el Traductor de Bourc, (o pequeña aldea), el atormentado y religioso escritor francés, buscó desesperadamente a un personaje, (que el esoterismo actual denomina El Profeta de la Era de Acuario), que tuviera las connotaciones de los antiguos profetas, y cuya meta fuera la de traducir definitivamente los dosmil años de historia que le separan de su antecesor, Yehoshuah de Nazerath. Ese caballero de la orden menor, cuyas cartas o mensajes se encontrarían encima de la mesa (o a los ojos de todo el mundo), y que el poder religioso tratará de arrebatarle una vez más ante su justa presencia, es el que, a través de su sencillez y su pobreza, cerrará el ciclo de todas las profecías.

Pero este ilustre médico y escritor, escuchando la voz del pueblo, ha descubierto que el esperado traductor no puede salir más que de Bourc, o sea, de una aldea pequeña, de un lugar insignificante y aislado del mundo; quizás, como dice Juan XXIII, "…de una isla del Mediterráneo, brotará el grito del nuevo caballero…", y tal vez, esa isla del Mediterráneo de la que tanto se habla, y de la que Pablo de Tarso nombra en su paso por la Hispania, se llame Mallorca.

Y es en Mallorca, donde descubrimos la historia de uno de los descendientes de israelitas, cuya presencia en la historia se remonta a las primerías del éxodo judío, cuando la isla mediterránea era todavía una colonia romana, y en donde los esclavos hebreos formaron parte de su exportado material humano. Este descendiente israelita, Cayetano Martí Valls, es el que, por aquellas "casualidades" y "similitudes" históricas y humanas, hemos vinculado con el personaje profético descrito por Nostradamus como el Traductor de Bourc.

Y es que de tuerto, canoso y blanco, se pueden describir tanto a uno (en las cuartetas del siglo XVIII) como al otro (en la isla española del Mediterráneo llamada Mallorca), y esto nos motiva a realizar este símil entre los dos personajes.

Nada de esto tendría para nosotros más importancia que la mera "casualidad", sino fuera porque, en la insistencia y obstinación de nuestro traductor mallorquín de orígen hebreo, por mantener vivo el recuerdo de Yehoshuah de Nazerat, hemos descubierto que la idea transmitida por este isleño chueta (apodo despectivo de la inquisión hacia los decendientes de judíos conversos), se fundamenta en algo más que en la simpleza de unos mensajes, de unas conjeturas o de las típicas creencias de un hombre de religión, fundamentos estos que nos pueden ayudar a descubrir esta traducción esperada sobre el rabí de Nazerat.

Sea este hombre pobre llamado Cayetano Martí, el personaje profético de los iluminados Juan XXIII y Nostradamus, o sea simplemente un descendiente israelita más que ha sobrevivido al tiempo y a sus avatares, sus palabras acerca del rabí de los pobres pueden resultar ser clave –a la mente y los ojos despiertos del auténtico buscador de la verdad–, para aclarar de una vez por todas, la confusión y oscurantismo religioso que sobre el mensaje de Yehoshuah de Nazerat se ha producido en estos dos mil años.

En un 4º piso de un modesto edificio, situado en una estrecha calle de Palma, (la capital de la mayor de las islas españolas del Mediterráneo llamada Mallorca), nos encon-tramos a nuestro amigo el yesero xueta. Sentados junto al anciano ya sin vista, y con la natural pero imperiosa curiosidad de conocer los grandes misterios que han envuelto la historia del galileo, le formulamos todo tipo de preguntas sobre el tema, y él nos empieza a traducir el evangelio pobre de Yehoshuah de Nazerat con el cariño que desprende hablar con un ser querido, pero con el ímpetu enérgico de un profeta de cuya boca brota la sencilla pero contundente verdad de su mensaje.

Leamos y sobre todo pensemos en profundidad la traducción de este anciano descendiente de judíos conversos que, como a todo profeta que se le aprecie, también se le ha de hacer justicia, escuchando con respeto el mensaje que nos transmite y el cual ha traducido para todos en este llamado "tercer día o milenio" como queramos definirlo de ahora en adelante.

Un esbozo de Yehoshuah de Nazerat Habiendo entrado de lleno en el llamado tercer milenio, hoy 1 de mayo del 2000 iniciamos esta profunda y ansiada traducción del mensaje de Yehoshuah de Nazerat, a través de nuestro amigo yesero Cayetano Martí, y lo hacemos sin más preámbulos, preguntándole con la misma simpleza como lo haría cualquier nieto a su experimentado abuelo.

–Cayetano, ¿qué nos puedes decir del obrero carpintero Yehoshuah de Nazerat?.

–Sí, pero antes dejadme decir que nací en la ciudad de Inca, en la isla de Mallorca, pero pasé mi infancia, me casé y me jubilé en la ciudad de Palma, capital de la isla; toda mi vida he trabajado de yesero. En la actualidad estoy jubilado y a mis 82 años de edad junto a mi esposa Magdalena hemos podido celebrar las llamadas bodas de oro.

De mi familia sólo quedamos dos miembros, mi hermano José Valls y yo; y con mi esposa Magdalena hemos tenido una sola hija, Lucía, también casada, y una nieta llamada Esther de 12 años, por lo que puedo decir en la actualidad que soy abuelo.

Tradición oral

Dicho esto he de deciros que empecé a trabajar de aprendiz de herrero a la edad de nueve años, por lo que no pude ir a la escuela más que unas pocas semanas, teniendo que aprender a leer y escribir un poco yo sólo, ya que allí donde iba, nos enseñaban más a rezar que a estudiar; no tengo pues, estudios de ninguna clase.

Con respecto al "Bon Jesús" (como decimos por Mallorca al rabí de Nazerat), todo cuanto me preguntéis sobre él, lo sé por las experiencias espirituales que tengo y por la llamada tradición oral de padres a hijos. Pero para entender con más claridad estas cosas he de decir que soy chueta, o sea, uno de los pocos descendientes de los primeros cristianos israelitas llegados a Mallorca poco tiempo después de su muerte.

Durante toda mi vida he tratado de mantener el recuerdo vivo del carpintero, trabajando y predicando su evangelio pobre y abriendo mi casa a otras familias, para que en sus casas hicieran lo mismo que he hecho yo; sin embargo, nada os puedo decir de las cosas que dicen y escriben las religiones sobre el rabí de los pobres, que no sea denunciar la imagen tan alejada que han predicado de él y sobre todo, de su sencillo mensaje espiritual basado exclusivamente en la práctica de la bondad en el ser humano.

Hace algunos años, sobre 1993, me atreví a escribir algo de esto; aún tenía vista física, y lo titulé "La verdad sobre Jesús de Nazareth". Creo que esta referencia puede muy bien contestar a la pregunta que ahora se me hace de nuevo.

"La verdad sobre Yehoshuah de Nazerat"

Yehoshuah de Nazerat, o el "Bon Jesús", –como lo hemos llamado siempre de forma cariñosa en nuestra familia–, nació en Nazerat (Nazareth), un pequeño pueblo de Galilea allá en Israel, hace unos dos mil años; toda su vida trabajó ayudando a poner remiendos de carpintero con su padre José; pero, como en la pequeña carpintería no había trabajo para todos sus hijos, tanto el hijo mayor que era Yehoshuah, como los que le seguían, solían guardar las ovejas de algún vecino, o ayudando en la pesca a algún amigo o vecino en el Gineseret.

Yehoshuah era el rabí de la casa, y además admirado y respetado por todos, incluso por el mismo rabino que dirigía la pequeña sinagoga del pueblo el cual, en muchas ocasiones, llegaba hasta su casa para pedirle consejo o alguna aclaración sobre hechos de la Torá, o sea, la Ley de Dios para los judíos; y el carpintero trataba de aclararle las cosas, más con sabiduría que por la letra, a la que a duras penas sabía descifrar.

A Yehoshuah de Nazerat le consideraban un rabí, o sea, un maestro entre las gentes de su pueblo, sobre todo la gente pobre que con el paso del tiempo empezaron a verlo ya como a un profeta. Poco a poco gentes de otros pueblos acudían a él para pedirle consejos, y algunos amigos suyos, también pobres, pescadores, pastores, etc., solían seguirle cuando éste, visitando los pueblos, les aclaraba cosas acerca del Espíritu, generalmente en shabat o día de descanso para los judíos, cosa que irritaba mucho a los sacerdotes.

Pero empezó a llamar la atención de los poderosos y sacerdotes que dominaban y dirigían las mentes y el espíritu de todo el pueblo de Israel. Al principio vieron en él a un fiel seguidor de la Ley de Moisés; el obrero carpintero era considerado pues un buen judío; pero los sacerdotes empezaron a ver que Yehoshuah de Nazerat defendía siempre a los de su clase, a los pobres, cosa que no les convenía, como tampoco a los romanos que habían invadido Israel y que veían en él a un posible revolucionario y agitador del pueblo judío.

Yehoshuah predicaba la paz, la justicia y el amor al prójimo practicado, y no solamente predicado; repetía siempre que los dos principales mandamientos de Dios son éstos: "Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo". Y claro está, el que ama al prójimo como a sí mismo no puede hacerse rico a costa de su trabajo.

Yehoshuah trabajaba y predicaba, pero ya en secreto amaba a una mujer, María de Magdalá, conocida hoy como María Magdalena, poco recomendable por su vida bastante libre; se rumoreaba si tenía algún hijo en secreto, pero Yehoshuah un día se decidió y le propuso el casarse con ella. Pero María de Magdalá no quería hacer daño a Yehoshuah y durante un tiempo se negaba, pero al final se casaron en Canná en contra de las opiniones de algunos familiares y amigos, teniendo juntos un hijo al que le pusieron por nombre de Yokanaán (Juan).

Mucha gente en Israel conocía a Yehoshuah, el rabí carpintero; sus dichos y hechos eran discutidos por unos y alabados por otros, y en algunas ocasiones curaba a los enfermos, sobre todo con palabras luminosas y llenas de esperanza para los pobres; y es por eso que muchos ya se preguntaban si Yehoshuah de Nazerat era el profeta tan esperado por el pueblo de Israel.

Pero muy pocos comprendían que lo que llevaba dentro de sí el hombre llamado Yehoshuah, era el Meschiah (Mesías) o Espíritu de Dios, (al que tiempo después se le dió el nombre griego de Chrestos o Cristo). Pero conviene aclarar que el Meschiah o Cristo, no era ni es un hombre, sino un estado de liberación del espíritu, que siempre ha estado presente en la historia de la evolución humana, a través de aquellos individuos que lo han buscado y vivido de verdad en ellos mismos; pero este Mesías malentendido religiosamente como un ser libertador, es el que unos en vano lo esperan fuera de sí mismos, mientras otros claman tenerlo basándose en las creencias religiosas, pero que en todos falla al no tener experiencias espirituales.

Yehoshuah de Nazerat era un profeta más a través de la historia humana, pero fue el único que predicó que todo ser humano puede dirigirse a Dios de forma directa, sin intermediarios de ninguna clase, algo que siempre ha ido en contra de los intereses de los sacerdotes de todas las religiones del mundo a través de la historia humana.

Así pues, el rabí nació, vivió y murió como todos los seres humanos; nada de la virginidad de su madre María, y nada de la resurrección de su cuerpo físico, ya que el Espíritu de Dios o Cristo, –que es la justicia, la bondad, la paz, la sabiduría universal, etc. pero puesta en práctica–, expresándose por su boca, siempre se refirió a las cosas del espíritu en sus predicaciones.

Y esto se comprende fácilmente si se tiene presente que todos los seres humanos estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, o sea, somos parte del Creador y Recreador del Infinito Universo que es Espíritu, aclarando de esta manera y para que se entienda definitivamente, que nuestra imagen y semejanza con Dios es espiritual, y que todas las cosas materiales, cuerpos físicos, etc., todo se trasforma, quedando la realidad del espíritu, que como Dios mismo es eterno. Pensando bien todo esto, es fácil entender lo siguiente: Yehoshuah de Nazerat era más bien feo, nariz muy abultada, bajito, algo encorvado y cojeaba un poco, pero su mirada era penetrante y cariñosa, la gente le escuchaba con agrado y le seguía; y esto era así porque la bondad inherente en el ser humano es el Amor de Dios personificado; ayer, hoy y siempre la bondad atrae, convence.

Este es el verdadero y único evangelio, y esta la realidad que no han entendido las religiones organizadas, ya que en vez de convencer con el ejemplo individual de sus sacerdotes a sueldo, han usado la excusa de la organización religiosa para convertir, sobre todo a la gente pobre, –con la cruz o la espada, según les ha convenido– a fin de hacer adeptos, que traducido en un idioma comprensible a todos, no es más que poder y dinero.

Pero la gente de Israel con dinero y poder religioso y político, no estaba de acuerdo con Yehoshuah, y se buscó la forma de poder condenarlo y lo crucificaron. Murió Yehoshuah el hombre, (que seguramente reencarnó en otras vidas para ayudar a otros seres humanos), pero el Cristo, o sea, el Espíritu de Dios que es eterno, vive y está siempre presente en la conciencia y vida humana.

Y los descendientes de aquellos primeros israelitas nazarenos o cristianos que llegaron a Mallorca lo sabemos por propia experiencia, porque ese Espíritu Universal vive en nosotros y en todo ser humano que lo busca de verdad dentro de sí mismo, en su propia vida.

Y ese Espíritu Universal o Cristo dice:

–"Cumple los mandamientos de Dios; ama a Dios sobre todas las cosas; ama a tu prójimo como a tí mismo; lo que no quieras para tí, no lo quieras para los demás; procura siempre hacer el bien; nunca te olvides de Dios; el reino de Dios es de los pobres; lo que se siembra se recoge; procura tener siempre tu corazón limpio, sé pacífico, bondadoso y no temas nada, yo siempre estoy contigo".

Y nuestros padres y abuelos siempre nos decían:

–"Procurad siempre estar con Dios y mandad a paseo a los sacerdotes de todas las religiones, pero no odiéis a nadie; buscad siempre la paz, la concordia, pues vale más comer pan con aceite en armonía en la casa, que buenas comidas en discordia y odio; estemos siempre todos en armonía con nuestro "Buen Jesús" y no olvidemos nunca que el egoísmo es la mala bestia, y el negocio es negativo, es malo, porque consiste en comprar barato y vender más caro, y no solamente los productos sino lo que es peor, el salario de los obreros, porque nadie se hace rico trabajando honradamente, pero sí a costa del trabajo de los demás, burlándose de Dios y del prójimo, ya que Dios dice: "Ama a tu prójimo como a tí mismo"; si un empresario, comerciante, etc., reparte entre todos sus obreros los beneficios que produce el trabajo, o crea nuevos puestos de trabajo, ya está bastante cerca de la verdad de Dios, es ya un cristiano de verdad".

Conclusión

Los cristianos no entendemos al cristianismo organizado católico y protestante, tan transformado y complicado, compuesto de ricos y pobres, explotados y explotadores, unos creyentes que se hacen ricos a costa del trabajo, y a veces con la vida de otros creyentes, y todo esto con el silencio y la complicidad de los sacerdotes de ambos lados, siendo este el motivo del por qué las actuales organizaciones religiosas, arrastrando a sus adeptos, se encuentran hoy tan alejadas de las sencillas enseñanzas del obrero carpintero Yehoshuah de Nazerat.

Así pues, no nos vayamos más por las ramas con el pobre carpintero que fue Yehoshuah de Nazerat, y procuremos aclarar lo más interesante, su mensaje, aunque tengamos que remover los cimientos de todos los "vaticanos" religiosos del mundo, llámense o no cristianos. No olvidemos que el cristianismo nació de la toma de conciencia de un pobre y a los pobres fue dirigido; por tanto si los ricos quieren acercarse a él, ya saben lo que tienen que hacer: "No se puede servir a Dios y al dinero" continúa diciendo el rabí de los pobres a las iglesias y sinagogas de los ricos.

El Evangelio Pobre

Cayetano Martí Palma de Mallorca, año 2000 No perdiendo de vista que tanto Yehoshuah de Nazerat como sus amigos y seguidores fueron jornaleros, pescadores, siervos, esclavos y pastores (definidos hoy como obreros) o como dicen los evangelios canónicos "hombres sin letras y sin estudios" (Hechos 4-13), esto nos ayudará a comprender que, la forma de comunicación de aquél grupo de hombres y mujeres –apelados en Israel de nazarenos– era muy sencilla, a base de un lenguaje rudo y elemental, como solía definirse a la gente pobre de aquel lugar, Galilea.

Ya hemos dicho que el catolicismo de Roma, apropiándose de aquellas cartas y mensajes que se enviaron algunos de sus seguidores con el lenguaje elemental que pudieron alcanzar, compusieron siglos después y en tiempos de Constantino, el denominado Nuevo Testamento, arreglando el contenido para así desviar el origen humilde del cual provenía; entre aquellos arreglos se encontraron las llamadas Bienaventuranzas o Sermón del Monte.

No discutiremos la forma empleada con los arreglos porque no es cuestión de perder el tiempo en discusiones absurdas, pero sí que conviene aclarar su contenido ya que el catolicismo y el protestantismo han complicado tanto los textos intelectualmente, que han acabado estropeando el gran mensaje espiritual implícito tanto en el sermón del monte, como en todo su evangelio o buena noticia que dió el rabí a los pobres a través de su vida.

Empecemos pues por lo más significativo que recordamos de la tradición oral que nuestros antepasados, los primeros israelitas cristianos, nos dejaron como herencia.

El sermón del monte de Yehoshuah de Nazerat

No sé si vosotros habéis estado en Israel, pero yo recuerdo que cercano a Nazerat, –donde vivía y trabajaba el rabí–, había varios montes pequeños, no más grandes que el bosque del Castillo de Bellver de Palma de Mallorca; el rabí solía andar mucho entre aquellos montes, sobre todo cuando quería estar sólo para meditar y orar después de acabar el trabajo.

Bienaventurados los pobres

Yehoshuah subió a uno de los montes bajos de Galilea con los amigos obreros que le solían acompañar; ese día, estando en el monte, bastante gente pobre y obreros en su día de descanso o shabat vino a él para escuchar sus sabios consejos. También algún que otro sacerdote de la sinagoga y gente adinerada se acercaron para oir lo que decía, aunque de lejos. Sentados por el suelo, escuchaban al carpintero que muy activo solía levantarse a menudo y andar entre ellos diciéndoles:

–"Bienaventurados los pobres que tratáis de vivir en el Espíritu, porque vuestro es el reino de los cielos; bienaven-turados los que tengan el corazón y las manos limpias; los pacíficos y todos aquellos que no intervienen en guerras contra otros hombres. Bienaventurados todos los pobres, porque nosotros heredamos la tierra, una tierra que Dios nos dió a todos y que los ricos han robado… (y no heredarán la tierra eliminando la justicia humana en este mundo)…, bienaventu-rados los misericordiosos, los que lloran, los que están perseguidos injustamente…

Escuchadme amigos, los pobres somos la levadura que hace crecer el pan, somos la sal de la Tierra; y no debéis extrañaros de lo que os digo, porque gracias a nosotros se esta creando la riqueza y se construyen todas las cosas que los ricos destruyen con sus guerras, ¿por qué pues no podemos decir que somos la sal de la Tierra?. Yo soy un obrero más como vosotros, pero os digo que somos incluso la luz del mundo; pero una luz no se pone debajo de la mesa, sino encima de ella para alumbrar a todos los que están en la casa. Así pues nuestros actos, nuestra vida, etc. deben ser luz para los demás seres humanos.

Buscad pues el reino de Dios dentro de vosotros mismos, y lo demás vendrá sólo, porque sin el Espíritu de nuestro Padre Dios es imposible que podamos dar la auténtica luz. Abrid la puerta interior y el Espíritu de Dios os guiará directamente, sin intermediarios religiosos, como me guía a mi y como ha guiado siempre a los profetas de nuestro pueblo.

En muchas ocasiones os he dicho que no se puede servir a Dios y al dinero, porque allí donde guardemos el tesoro humano, la riqueza, etc., irá detrás nuestro pensamiento. Procuremos pues hacer riquezas espirituales, porque estas son siempre eternas, unas riquezas que se pueden guardar en nuestro interior y nadie nos las puede robar.

Somos pues la sal de la tierra, somos la levadura del mundo, pero cuidado, no hagamos como los sacerdotes de Israel, que todo lo hacen de fachada y acaban siendo sepulcros blanqueados y con mucho adorno, pero por dentro ¿qué hay?, ¡huesos de muerto!, –decía gritando, ya que Yehoshuah solía hablar muy alto y fuerte a pesar de ser pequeño de estatura–. Así pues, cuando oremos, no es necesario que hagamos lo que hacen ellos en las sinagogas, en las plazas y en las calles, que rezan delante de la gente para que los vean; nosotros debemos orar en secreto a nuestro Padre, y El, que nos ve en secreto, ya nos recompensará en público, si conviene.

La oración del silencio Los pobres que le seguían pedían a Yehoshuah que les enseñara a orar, y él nos decía:

–Cuando oréis, hacedlo libremente, sin intermediarios y directo a nuestro Creador, os pondré un ejemplo: "Padre nuestro, tú que estás en los cielos, santificado sea tu santo nombre, y venga a nosotros tu santo reino y se haga tu voluntad en la Tierra, como así se hace en el cielo. Nuestro pan de cada día, dánoslo Señor hoy, y perdónanos pero también danos fuerza para perdonar a los demás seres humanos, amén".

Yehoshuah miraba a la gente, y en un momento dado se agachó para quitarse una espina que tenía clavada en el pié; recuerdo muy bien el silencio profundo que se hizo en aquél monte lleno de gente…; se entendió más aquél silencio que muchas palabras. Sí…, se entendió más.

–Amigos, –continuaba hablando Yehoshuah– no queráis ser como los ricos, que se enriquecen a costa del sudor y del trabajo de nosotros, los pobres, además de reirse de nuestra miseria y de la justicia de nuestro Padre Dios; ¡ay de aquellos, cuyo único consuelo es la riqueza y viven saciados sin saber que les espera el día de mañana!; ¡ay de aquellos que sólo buscan la adoración y el respeto de los demás, sin embargo viven de rodillas adorando el becerro de oro, esperando bendiciones!, no hagáis lo mismo que ellos, pastores que ni entran ni dejan entrar en el reino del espíritu, falsos profetas que tratan siempre de confundirnos a todos.

Nadie puede servir a dos señores, ya que acabará amando a uno y aborreciendo al otro, por tanto no se puede amar a Dios y al dinero.

Es verdad que tenemos que comer, vestir y vivir pero también es verdad que debemos hacerlo con dignidad, como seres humanos y no como animales desorientados. Cuidado pues con obsesionarnos con la riqueza, porque eso mismo hacen los sacerdotes a los que tanto preocupa su fachada, pero ni aún Salomón, que era más sabio que ellos, pudo con toda su riqueza vestirse como una simple y sencilla hierba que veis por los campos; y si la hierba luego és segada y quemada, ¿no hará nuestro Padre Dios mejores cosas con nosotros?.

No acumulemos cosas como los ricos por miedo al día de mañana, porque las riquezas materiales, de la misma manera que vienen, se van, y nadie se lleva nada al morir; pero en las cosas espirituales pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá, porque todo el que pide, recibe, todo el que busca, halla, y a todo el que llama, se le abre.

¿Qué padre hay entre nosotros que si nuestro hijo nos pide pan le damos una piedra, o si nos pide pescado le damos una serpiente?. Y si nosotros como padres, con nuestros defectos, no haríamos esto con nuestros hijos, pensar pues que nuestro Padre Dios hace ricos y pobres entre los seres humanos, sus hijos, unos que naden en la abundancia mientras que los otros intentamos sobrevivir como podemos, es una blasfemia contra la razón y contra Dios.

Esto no es de Dios, sino de los sacerdotes religiosos que callan las injusticias humanas; lo que no queramos para nosotros no lo deseemos a nadie, porque nadie quiere que le roben, lo exploten, lo torturen o lo maten; la justicia entre los hombres es la verdadera Ley de Dios, la que predicaron los auténticos profetas a través del amor al prójimo.

Pero no he venido a este mundo para ir en contra de la Ley humana, sino a ponerla en práctica; porque ¿qué és la Ley, que no sea vivir la justicia de Dios?, !la justicia de Dios, y no la injusticia de los hombres! –gritaba el rabí a las gentes–. La Ley de Dios no mata, no engaña a nadie, no hace guerras, ni explota y asesina a mujeres, niños y ancianos; la ley de Dios es paz, bondad y justicia de Dios para todos.

Por que la verdadera justicia no es la limosna como la que practican los sacerdotes en las sinagogas. Cuando ofrezcamos nuestra ayuda al alguien, procuremos que nuestra mano derecha no sepa lo que hace la mano izquierda, para que nuestra ayuda sea en secreto y Dios que ve en secreto, ya nos recompensará en público, si lo ve oportuno.

¿De qué sirve ir al templo a darse golpes de pecho y rasgarse las vestiduras, si estás mal con tu hermano?; arreglemos primero las diferencias entre nosotros como hermanos que somos todos del mismo Padre, y así no tendremos necesidad de pedir perdón a nadie, y mucho menos ir al templo.

Por que el verdadero templo de Dios no está en Jerusalem, ni en cualquier otro edificio construido con piedras, el verdadero templo de nuestro Padre Dios es todo, son las estrellas, las montañas, los animales, los árboles, las flores, las hormigas, etc.; Dios no habita en templos construídos por las manos de los hombres, Dios es infinito y nosotros mismos, como hijos suyos somos tan eternos como Él.

Por este motivo hombres y mujeres que me escucháis, debemos respetarnos en todo momento, como templo que somos de Dios, evitando el odio y el fanatismo que predica la religión. ¿Qué clase de ley predican los sacerdotes que justifica la muerte entre los seres humanos, o apedrear en las esquinas y como animales salvajes a mujeres indefensas?; leyes de hombres hechas por hombres, pero no la Ley de Dios que es justicia. Ser pacíficos y no responder con odio a quien nos provoca con odio, como hacen algunos justificando sus actos con el "ojo por ojo", es actuar con sabiduría; es necesario practicar estas cosas aunque en ocasiones tengamos que ofrecer la otra mejilla. Quien devuelve bien por mal, está colocando un ascua encendida encima de la cabeza del violento; y nadie quiere ser menos que el otro.

En necesario amar incluso a los que nos consideran sus enemigos, porque, si sólo amamos a los que nos aman, ¿qué mérito tiene esto?, ¿acaso no hacen lo mismo los ricos y los sacerdotes entre ellos?; lo que esperamos que hagan los demás por nosotros, debemos hacerlo también por ellos, porque eso es el amor de Dios y no lo que predican los sacerdotes; cuidado pues con los falsos profetas que se visten de ovejas, más dentro son lobos dispuestos a devorar a sus presas. No echemos nuestras perlas a los cerdos, para que las pisoteen y las ensucien, pero tampoco defendamos ni justifiquemos las injusticias, ni juremos ante nadie, porque lo importante es ser uno mismo a cada momento; procuremos que nuestro sí, sea sí, y nuestro no, sea no. Seamos perfectos como nuestro Padre Dios es perfecto; no juzguemos a nadie, pero nunca dejemos de llamar a las cosas por su nombre; en este mundo, es importante ser prudentes como las serpientes, pero sencillos como palomas.

No hagamos de hipócritas mirando la paja que tiene nuestro hermano en el ojo, porque tal vez tengamos una viga en el nuestro. Saquemos primero la viga de nuestro propio ojo y entonces veremos lo suficiente para ayudar a los demás, porque eso mismo es lo que hacen los sacerdotes con las gentes, guías ciegos que no entran ni dejan entrar a los demás en las cosas del Espíritu, y todos sabemos que si un ciego guía a otro ciego, ambos tropezarán y caerán.

Nosotros los pobres debemos construir el edificio de la justicia de Dios y para ello tenemos dos puertas por donde entrar, una ancha y otra estrecha; la ancha es la del engaño, la estafa, el robo, la explotación y la brutalidad humana, sin embargo la estrecha es la que conduce al Espíritu que es bondad, pacifismo, sencillez, etc., y por tanto la que dá verdadera vida al espíritu.

Si construimos nuestra casa espiritual con los cimientos del Espíritu, haremos como aquel hombre prudente que edificó su casa encima de la roca y ni la lluvia, ni el río, ni el viento pudieron tirarla; de lo contrario, si no ponemos buenos cimientos en nosotros mismos, seremos como aquél hombre que edificó su casa en la arena y al venir las lluvias, el agua y el viento, se lo llevó todo.

La perfección del espíritu

Pero el Maestro Yehoshuah, –cuyo espíritu nunca se cansaba de hablar–, se expresaba alto, con fuerza y sin miedo, y aquella sencilla charla en el monte con sus amigos, jornaleros y pescadores, como en otras ocasiones a lo largo de su vida, acabó siendo dispersada por los romanos, pues no permitían que se juntara mucha gente por miedo a los grupos armados de Israel, que no estaban conformes con la dictadura del imperio de Roma.

En general, las palabras escritas en los evangelios canónicos sobre el sermón del monte se acercan bastante, salvo la idea de la limosna. El ser humano es humillado cuando se le ofrece limosna, y el que la dá empequeñece su espíritu delante del necesitado, ya que no practica la justicia de Dios.

Así pues, la justicia de Dios no es limosna como han predicado las religiones durante siglos, sino igualdad humana. –Hay que trabajar para comer y punto–, decía el carpintero Yehoshuah; pero millones de seres humanos se preocupan cada día de acumular aquellas cosas que suelen faltar a los demás hombres, dividiendo de esta manera a la humanidad en ricos y pobres, explotados y explotadores y llamando a esto cultura y civilización.

De vivir las religiones y la sociedad la justicia de Dios, no habría explotación laboral, se podría trabajar menos horas y evitar así la muerte de miles de obreros al año por accidentes laborales a causa del cansancio producido, y se podría repartir la riqueza entre todos los que la producimos. De igual manera que existen monos que roban los plátanos a otros monos y luego les tiran la piel a la cara, así actúan los ricos que, robando miserablemente el beneficio del trabajo a los pobres luego nos tiran las migajas al suelo para que nos arrastremos por un mísero jornal, porque la limosna es la injusticia predicada por las religiones y que han practicado los ricos para evitar la justicia social, la justicia de Dios.

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